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Un verso, una chispa

Alejandra Quiroz Hernández – 21 de marzo de 2018

La poesía es un género que acompaña a la humanidad desde su creación. No es gratuito que la etimología de esta palabra sea, precisamente, crear. Nuestra propia vida podría ser el primer poema al que asistimos pero qué lejos estamos de apreciarla así.  Según Aristóteles, la poiesis es una de las actividades humanas orientadas a la realización ¿de qué?, probablemente de sí mismo. Qué estimulante es hacerse a sí mismo a través de versos, incluso si el sí mismo refiere a la humanidad entera. En cierto modo, la poesía consiste en una realización universal del ser humano.

Mucho se ha dicho de la literatura como refugio. En este sentido, la poesía es una guarida íntima que conecta con aspectos minuciosos del ser. A eso se puede atribuir que arrebate suspiros o boqueadas. Aunque la poesía tiende la mano con regularidad, a menudo da la impresión de que las personas no la apreciamos lo suficiente. Para algunos, quizá muchos, la poesía se sitúa en una esfera inaccesible. Ya sea por la aparente incapacidad de interpretarla o porque se asume que sus temas poco tienen que ver con la vida de cada uno. Quizá el primer impedimento sea no reconocer que la poesía es, en realidad, una experiencia.

Ana Luisa Tejeda Córdova, María Baranda y Ana Romero en la librería Rosario Castellanos. Foto: FCE, 2017.

En noviembre de 2017 hubo una conversación en torno a la poesía para niños, niñas y jóvenes. Ana Romero y Ana Luisa Tejeda intercambiaron impresiones con María Baranda, embajadora FILIJ de 2017. Uno de los puntos a tratar fue la pobre, sino es que nula, enseñanza de la poesía en la educación básica. Coincidieron en señalar lo tedioso que es reducir la poesía a la métrica y la rima, sin al menos explorar los temas que aborda o echarse un clavado en sus formas. Por otra parte, es frecuente que la práctica de la poesía se reduzca a la declamación coral que a menudo se impuso como una tortura en los festivales escolares.

Compartir la poesía con los jóvenes, señalaba Ana Romero, podría acercarlos con «los poetas que a nosotros -los adultos- nos dijeron algo». Este género puede ser un punto de encuentro entre diversas identidades y generaciones. Hay versos que nos hacen hablar y que, poco a poco, impulsan la creación personal. A medida que leemos más poesía, nos identificamos con uno u otro tema, autor, autora que se vuelven nuestros compañeros aunque, eso sí, algunos lo son en las buenas y otros en las malas.

Por otra parte, Ana Luisa Tejeda señaló un extrañamiento relevante: ¿por qué si a los jóvenes les gusta cantar, no les gusta la poesía? Valdría la pena revisar qué acercamientos han tenido a la poesía. Si se trata, nuevamente, de experiencias reducidas al conteo silábico como un acto mecánico, será difícil aprovechar la profunda relación que guarda con la música. Como especialistas, sabemos que la métrica y la rima son aspectos importantes de la poesía pero su enseñanza no debería complicarse tanto. Sería pertinente encontrar mejores estrategias didácticas para abordar estos temas en clase y, nuevamente, convertirlos en una experiencia.

Ilustración de Jungho Lee.

Antes de abordar las formalidades de la poesía, habría que atreverse a jugar con ella. A final de cuentas, cada poema ha hecho de la palabra un juguete que cumple con los deseos del autor. Si esto es muy osado, quizá se podría empezar por descubrir las imágenes que están cargadas en el poema. Se podría decir un verso en voz alta para que otro lo escuche con los ojos cerrados y vaya creando la imagen en su mente. Entonces pensar en la dulzura implícita en un poema que describe los besos como dátiles pegajosos y suaves. O deleitarse con la perla que brilla en el mar que es la noche. 

La obra de diversos poetas se encuentra antologada y publicada en volúmenes que, a menudo, cuentan con sendos estudios y comentarios, trabajo importante de los investigadores consagrados a estudiarla. Sin embargo, la poesía solamente esta viva cuando se lee, de preferencia, en voz alta. Es como si saliera de una costa para llegar a otra orilla que se enciende. Habrá ocasiones en que cueste entenderla pero cuando ocurra será un acontecimiento similar al descubrimiento del fuego: una chispa ha iluminado la vida.